Abstract
“Cuando me enviaron a la granja, se me asignó la tarea de alimentar a los cerdos y las vacas. Por supuesto, estos animales pueden arreglárselas sin humanos. Pasan la vida únicamente pensando en comer y beber, enamorándose tan pronto como llega la primavera. Vidas simples, sin consecuencias. Pero cuando la gente aparece, sus vidas se organizan. A cada vaca, a cada cerdo, se le otorga un propósito. Para la mayoría, uno trágico. El primero como animal de carga; el segundo como animal de engorda. Aunque no creo que haya mucho que pensar al respecto. Mi vida en ese momento no era mucho mejor: nada que hacer aparte de ver óperas revolucionarias”.