Resumen
"Un pinchazo, dos, tres… ¿Cuántos más para apaciguar la fatiga de ser uno mismo? Me pregunté mientras observaba las aspas impasibles de un
reguilete que no dejaban de girar y que cuanto más fijo las miraba, más de prisa iban".
"Un pinchazo, dos, tres… ¿Cuántos más para apaciguar la fatiga de ser uno mismo? Me pregunté mientras observaba las aspas impasibles de un
reguilete que no dejaban de girar y que cuanto más fijo las miraba, más de prisa iban".