Resumen
"En Días perfectos la relación asimétrica entre hombre y naturaleza es obviada y no por falsa neutralidad. Lo que pasa es que el egocentrismo está anulado por un hombre sabio que se dedica a lavar baños. Wenders no pretende enseñar con el Dios de las pequeñas cosas que cuida a su humilde trabajador. Más bien, la mera exposición de la rutina diaria exhibe a su contraparte y gozamos de su tranquilidad individual; no requiere de objetos espectaculares de consumo, sino se conforma con lo mínimo: literatura como Las palmeras salvajes de William Faulkner, los cuentos de Patricia Highsmith¡ y los ensayos de Aya Koda y su música rockera que en cualquier momento es un bálsamo."