Abstract
"Marianeta ha pasado toda la mañana buscando con los pies descalzos, sintiendo la humedad que deja el rocío más allá de las primeras horas de la aurora; sus dedos regordetes se abren escudriñando entre la hierba un pedrusco fino, unas veces plomizo, lleno de diminutas pecas, y otras casi blanco, cubierto por cinturones de color. Hasta que, de repente, bajo su planta siente el cuerpo duro y frío del fruto mineral deseado. Y con los dedos de su pie lo examina, la pequeña se inclina y lo coge entre sus manos redondas, lo aprisiona y observa. Después lo acerca a su rostro y las aletas de su nariz se abren: aprehende el olor húmedo de piedra empapadita de sol".