Resumen
"El viento del norte se azotaba y adhería a las caras de la casa como si de un pulpo se tratase. Era lo normal en Antón Lizardo en los meses de invierno: mucho norte, mucha arena volando en el aire y la carretera cerrada a la altura de la zona de médanos, porque estos la invadían dificultando el acceso al pueblo al atascar los carros que transitaban por ella. El mar color plomizo y muy bravo para la navegación estaba cerrado para los pescadores y bañistas, aunque no faltaban algunos osados… En pocas palabras, era la temporada de quedarse en casa y echar panza con un café con pan o chocolate, si es que uno no tenía nada que hacer en la calle."