Resumen
"Había una vez un famoso pintor y retratista en el norte de Europa. Sus obras eran aduladas por toda persona que tuviera la dicha de contemplarlas. La gente le preguntaba de manera constante cuál era el secreto detrás de la calidad de sus pinturas. El artista, con una sonrisa, respondía que la perfección de sus obras radicaba en la felicidad y vitalidad de los clientes a quienes ponía en el lienzo".